La
gente dice que preparar un Ironman es cosa de unos seis meses aproximadamente…
Yo hace dos años, cuando empecé a entrenar con Juan, mi entrenador, ya sabía
que cada paso que diese era para cruzar la meta de uno. Por lo que cuando digo
que han sido dos años de preparación es porque considero que todo lo he hecho
para cruzar la meta del pasado 18 en Lanzarote. Aunque he de aclarar que el
camino ha sido finalmente igual de interesante y gratificante que el resultado.
Si
una persona que parte de cero quiere preparar un Ironman en seis meses, debería
ir olvidándolo, al menos si de lo que se trata es de mi concepto de un Ironman…
Un Ironman es un triatlón. Y un triatleta es un deportista que nada,
pedalea y corre. Personalmente no hubiese estado contento con meramente
cruzar la meta si para ello hubiese tenido que caminar veinte kilómetros
sufriendo y pasándolo mal... Yo al menos lo veo así, aunque haya personas que
opinen que con cruzar la meta basta. Respeto mucho todas las opiniones, esto es
lo que cada uno quiere que sea. Pero para mí el deporte no consiste en
exponerse a situaciones límite como algún famosete va pregonando por ahí.
A
otro nivel, este tiempo ha supuesto para mí una etapa de crecimiento personal.
No ha sido en absoluto la mera preparación de una prueba deportiva, sino un
periodo en el que toda mi vida ha cambiado, en el que he trabajado duro por
conseguir un sueño, el cual hace poco parecía un imposible. Es curioso cómo nos
engañamos a nosotros mismos con pensamientos del tipo “eso es cosa de locos…”,
“yo no sería capaz…”, con tal de no salir de nuestra zona de confort.
Igualmente curioso es el cambio que se produce en tu interior una vez que te
atreves. Es maravilloso. Las cosas que más cuestan son las más valiosas, las
que nunca se olvidan. En este tiempo he salido definitivamente de una fase de
letargo y atrás quedó el perezoso que fui.
Durante
este tiempo me he sentido muy arropado por las personas que más me quieren,
especialmente por Inma, con quien si Dios quiere me caso el próximo mes de
octubre. El amor que recibo de ella día
tras día es parte importante de mi energía. Es una inmensa suerte compartir la
vida con alguien que te quiere sencillamente tal y como eres, y que además te
alienta a que crezcas como persona y explores aquellas cosas que te hacen feliz.
Ella se ha ganado mi corazón como nadie. Espero corresponderla y hacer que se
sienta como yo.
Mis
padres, Rafa y Cuque han estado conmigo en los últimos días antes de la prueba
y durante la misma. Han comprendido que esto no es cosa de locos, sino de
grandes atletas que se han preparado duramente. Ha sido bonito escuchar a mi
padre preguntándome continuamente si deportistas que había por la isla serían
también participantes. Era una esponja una vez allí, quería saberlo todo y ha
disfrutado como un crío chico. Y a la vuelta me emociona verles hablar con
gente orgullosos de su hijo. Lo cierto es que yo me siento mil veces más
orgulloso de ellos por ser tan buenos padres. La verdad es que nunca se lo puse
fácil…
Al
final, lo que soñé se cumplió con esfuerzo y sacrificios. Ha sido justo. Lo que
das al Deporte es lo que recibes. Es como
debería ser la vida y sin embargo no lo es, por eso es tan maravilloso. Es una
isla de justicia en medio de un mundo lleno de injusticias. Sin mi padre
seguramente no hubiese descubierto este oasis que es el deporte.
El viaje
Salimos
en tren hacia Madrid el domingo 12 de mayo a las 12.00 mis padres, yo y la
puñetera maleta de la bici. Creo que me ha costado más llevar la maleta que los
226 kms de ironman…
Para
llevar mi bici alquilé una maleta. Me costó 60 € + 100 € reserva avión + 100 €
de multa de aparcamiento porque dejé el coche en vado, que me dijo el de la
tienda que no pasaba nada y que solo sería un momento, cosas que pasan … en
fin, policía y multa al canto. Sigo… + 40 € de mecánico en La Santa… . El primer consejo es que si vas al Ironman
de Lanzarote alquila allí una bici. Seguro que encuentras una igualita a la
tuya o incluso mejor. Tan solo llévate tu sillín. Hay mil sitios de alquiler y
son muy buenas bicis perfectamente preparadas. Creo que cuestan unos 30 o 40 €
al día…
Finalmente
llegamos a Lanzarote el lunes a las 10:00 tras volar con Ryanair y pegarnos un
madrugón en Madrid, y una vez allí y teniendo todas las maletas y la de la bici
me relajé bastante. Alquilamos un cochecito y nos fuimos a los apartamentos
Aquarius en Puerto del Carmen donde nos alojamos.
Esos
días previos hicimos turismo por la isla, y en coche vimos parte de los
recorridos de bici. El ambiente a triatlón se respiraba cada día más conforme se
acercaba el sábado, y bicis que parecían naves espaciales iban invadiendo las
carreteras de la isla conforme se acercaba el sábado 18.
El
jueves fue el único día que me desperté nervioso. Durante ese día en mi cabeza
mantuve importantes debates sobre la estrategia en la carrera… Finalmente
colocas en una balanza tu percepción de la preparación y tu esfuerzo en los
entrenos y el resultado esperado. Si gana lo primero, terminas superando la
ansiedad precompetitiva. En mi caso así fue…
Recibí
a Inma el viernes mucho más relajado. En mi mente mi estrategia estaba clara.
Natación tranquila, bici conservadora y maratón de la que me sintiese orgulloso.
Cumplir esta estrategia en mí no es fácil, ya que soy bastante competitivo. Pero
me convencí de ello.
Estos
días en Lanzarote comí normal, como siempre, y entrené suave tal y como me
mandó Juan, aunque a modo de anécdota diré que me tomé por equivocación un día
de descanso que no tocaba (el martes), cosa que nunca he hecho desde que
entreno con él… Durante el último mes me he suplementado con hierro
(ferrogradumet) ya que no hice caso a Juan y no hice analíticas. No sabíamos si
los duros entrenos me habrían dejado algo de anemia y desde el jueves de esta
semana con magnesio con el fin de evitar calambres el día D.
La carrera
En
fin, el viernes a las 22:00 horas y tras una cena normal y corriente me meto en
la cama, mañana es el gran día.
Cuatro
y veinte de la mañana. He dormido como un bebé y se me han abierto los
ojos antes de que suene el despertador, que estaba puesto a las 4:30 am. Me levanto
de un salto y en silencio para no despertar a nadie me hago tres tostadas de
pan Bimbo con aceite y miel, junto a un café con leche y un plátano (lo que
siempre desayuno). Voy al baño unas dos o tres veces, (lo normal antes de las
carreras) y empiezo a prepararlo todo.
Despierto
a mi equipo y nos ponemos en marcha. Está chispeando un poco, al igual que
otros días. Nos subimos al coche y nos vamos para puerto del Carmen. Inma me
deja cerca de la entrada de atletas, me da un beso y se va a aparcar con mis
padres en el coche.
Son
las 6:20 de la mañana y el paseo está hecho un hervidero de triatletas y
acompañantes. Llueve y lo primero que hago es irme a mi bici y colocar el bidón
de geles y el de agua. Me dirijo a la playa a ponerme el neopreno. No está en
mis planes calentar, se que empezaré nadando suave y entro a la pérgola a
cambiarme. El tiempo pasa rápido y me coloco en la serpiente de 1.900
triatletas, más bien a mitad de esta. Hablo y bromeo con la gente. Todos estamos
nerviosos. Pero nos miramos y somos los mismos de los vídeos de youtube que
tantas veces hemos visto, con unos gorros naranjas que pone ironman. Hoy somos
nuestros ídolos. La megafonía anima a todos, “señoras y señores, estos son los atletas más fuertes del mundo”,
“hombres de hierro”, se te ponen los pelos de punta en ese momento... Y de
repente ¡Un disparo!. ¡Esto empieza Ramiro!, ¡esto empieza! Me emociono y tengo
ganas de nadar, de nadar rápido. Como en un triatlón sprint.
Llueve
y llueve…
A
los pocos metros de empezar a nadar me doy cuenta de que no debí ponerme tan
atrás. Soy un buen nadador. Hasta bien pasada la primera boya apenas puedo dar
brazadas sin darle a los pies de alguien con las manos… Decido salir como puedo
hacia afuera y adelantar desde ahí, pero al final, no se cómo llego a la
segunda boya pegado a ella y me llevo lo que viene a ser una hostia en el ojo como
no me han dado nunca. El triatleta me pide disculpas y sigo. Me lo tomo con
filosofía ya que iba mentalizado en que pasaba seguro. Voy nadando y al girar
en la boya veo un arcoíris gigante sobre mí. Esto es alucinante, pienso. Sigo
hasta completar la primera vuelta de 1.900 metros. Miro el crono y 33 minutos. “Está bien Ramiro, esto es un ironman no un
olímpico ni un sprint”. En la segunda vuelta tampoco se nada tan bien como
pensaba, pero algo mejor. Mi cuerpo está ya caliente y el ritmo me resulta
agradable así que sigo así y todo pasa rápido, al salir veo una hora y tres
minutos. La natación ha terminado y tengo ganas de subirme a la bici. ¡Sonríe
que te están sacando fotos! Veo a Camino y a Javi que me animan desde la valla
aunque no a mi Inma…
Mientras
me cambio me embadurnan de crema solar unas voluntarias y al echarme en la
colleja me escuece horrores. Parece mentira, ¡me he quemado con la sal! Nunca
me había quemado ahí aunque claro ahora soy más delgado y tengo un pliegue con
el que no contaba. Me cambio y corro a por la bici unos 500 metros, voy
corriendo suave y descalzo. Y allí está mi Inma con mi móvil grabando un vídeo.
La miro y señalo su foto pegada a mi cuadro con cinta aislante. Salgo corriendo
con la bici hasta la línea y al subirme se me cae al suelo el garmin. Paro,
marcha atrás y empiezo la bici.
Como
anécdota decir que hago todo el Ironman con unos calcetines en el mono que no
me puse durante la bici (si en la maratón, aunque los de la bici estuvieron
conmigo en el mono…)
Con
la alimentación no me hago líos; solo tomo geles. Y todos están en un bidón de
550 ml casi lleno de geles. Son de los de QNT con cafeína. Lleva siete para la
bici y me lo tengo que tomar entero. Esta estrategia fue perfecta. Llevo este
bidón en el porta vertical del cuadro, el de agua en el transversal y tras el
sillín las sales que me van dando (energy drink).
Comienzo
a rodar en bici y la primera parte es fácil. En el manillar llevo un esquema de
la altimetría. Pienso en que los primeros kilómetros he de hacerlos suaves. Al
llegar a dos horas veo que llevo una media de unos 30 kms/hora. Me adelanta
mucha gente, pero es mi estrategia; de menos a más. Lleva más de una hora
lloviendo y recuerdo mis gafas mojándose y secándose continuamente. A las dos
horas para definitivamente de llover cuando vamos por Montañas de Fuego. Este
paraje es como ir por la luna. No hay un paisaje así en ningún otro lugar.
Recuerdo cuando me adelantan las bicis con ruedas lenticulares, suenan como
helicópteros. Mucha gente me pasa (en toda la etapa concretamente 680…) pero no
me importa en exceso. No sabía en qué posición iba, pero llegado a un punto
decido no quemarme y guardar para la subida a miradores que sabía que era dura.
El viento nos castiga mucho en las subidas y recuerdo que hay momentos en los
que paso mucho frío, sobre todo al principio. Hace muy mal tiempo.
La
zona más dura está poco antes de llegar al Mirador del Río, pero lo cierto es
que no es comparable con los entrenos por la Sierra de la Pila y Puerto Frío,
zona a la que le he tomado cariño finalmente…
Allí
arriba, en el punto más alto pienso que solo queda bajar, y recuerdo a Juan mi
entrenador diciéndome que bajar sería cosa de hora y media. Si eso es así, pienso,
me saldrán seis horas y media… Empiezo a pensar aquí arriba que bajar de once
horas va a ser jodido, o más bien imposible.
La
bajada que te encuentras después es acojonante y más con la carretera mojada,
tras unos tramos de malas carreteras y curvas peligrosas hay una bajada en
zigzag que casi te lleva al nivel del mar. Yo tiro de frenos continuamente y me
paso el tiempo rezando para no pinchar y no tener que usar esta cosa rara que
me ha dado el mecánico que lleva CO2…
La
carretera a Nazaret es una sucesión de ciclistas de muchas nacionalidades
reparando pinchazos y soltando improperios en muchos idiomas. Es curioso, los
entendía todos. Finalmente y en unos 10 minutos de bajada que te permiten
descansar llegamos a Puerto del Carmen. He sido conservador de más, no estoy
nada cansado y quiero correr, tengo ganas de correr.
Me
cambio y empiezo a correr. La gente te anima a lo bestia y cuando empiezo veo
que mi ritmo es muy superior que el de la mayoría, empiezo a adelantar a mucha
gente, tanto sin pulseras como con ellas. A lo largo del maratón te dan dos
pulseras, una amarilla cuando haces la vuelta larga de 20 kms y luego otra azul
cuando terminas la primera de las dos cortas de 11 kms… miro el reloj y veo que
voy a 4:30 min/km y pienso que me estoy torrando… pero decido seguir porque el
cuerpo me lo pide. La estrategia es caminar unos pasos en los avituallamientos
para beber sales (lo que ellos llaman energy drink) y comer lo que apetezca.
Pero solo unos diez pasos máximo por parada.
Durante
el maratón como muy poco en cada avituallamiento (pequeños trozos de plátano y
algún gel pequeño de powerbar de los que dan) pero sí que bebo sobre todo
energy drink. Tras tantas horas el estómago empieza a resentirse.
Afortunadamente me respetó. Tan solo paro a mear en una ocasión. En la bici
paré un par de veces.
Por
el paseo la gente grita tu nombre y al llegar a la recta del aeropuerto un
viento de cojones te reboza como si fueras una croqueta con arena de la playa.
En ese momento un tío que no lleva gps me pregunta; ¿qué ritmo llevas? Y miro
el reloj y le digo 5:15. Pienso hostias, ¡Ramiro que te duermes! Subo un poco
el pistón pero no mucho.
No
me duele nada pero corro al ritmo que me pide el cuerpo. Termino la primera
vuelta y me ponen la pulsera amarilla y pienso; “Ramiro solo te quedan 22 kms”
estás hinchado a correr 22 kilómetros. Empiezo a saber que todo ha salido bien
y que saldrá bien ya que sigo teniendo piernas. Empiezo la segunda vuelta y veo
muchos “caminantes” la gente paga un duro precio por los excesos con
la bici. Se ve a gente sin pulseras andando y desorientados, a uno se lo lleva
una ambulancia y lo tienen tapado con una manta térmica dorada en el suelo. El
tío lleva dos pulseras, le quedaba nada y ha reventado.
Hace
mucho calor y termino la segunda vuelta. Cuando me ponen la pulsera azul me veo
finisher y hago un autochequeo, estoy bien, algo cansado pero bien, así que me
digo; “corre hasta llegar al final de la
vuelta y después lo das todo” así lo hago: Al llegar al giro me digo: “Inma y mis padres me esperan al final de
este 5.000”. He adelantado a más de 300 triatletas en la maratón. Voy para
allá y empiezo a correr sabiendo que pase lo que pase voy a cruzar la línea
hacia la que me dirijo desde hace dos años. Corro y empiezo a fijarme en la
gente, en el lugar, empiezo a agudizar el oído y a intentar detectar la
megafonía y al final empiezo a oírla… Me empiezo a emocionar y empiezo a llorar
a falta de dos kilómetros. No me puedo creer no solo que esté llegando, sino
llegar así, corriendo, chocándole la mano a los niños y sonriendo emocionado.
Faltan doscientos metros y busco a mi padre. Quiero cruzar la meta con él, pero
no le veo… Me centro en el presente, esta ha sido mi estrategia mental durante
la carrera. Vivo el momento y lo grabo en mi cabeza. Oigo mi nombre por
megafonía y al cruzar la meta sostengo la banda de llegada como tantas veces
había imaginado. Suena héroe de leyenda de Héroes del silencio y busco entre la
gente a Inma y a mis padres. Me ponen una medalla y lloro como una Magdalena.
Keneth, el director del Ironman de Lanzarote se me acerca y me da la mano como
a todos los finishers, al verme llorar se ríe. He tardado 11h53m54s,
exactamente 53m55s más de lo estimado pero he tenido tan buenas sensaciones que
me siento el ganador.
Al
salir de la zona me encuentro a los míos. Beso y abrazo a mi princesa, que lo
ha retransmitido todo por mi facebook y ha mantenido a todo el mundo informado.
Está agobiada porque me cuenta que lleva todo el día el móvil sin parar, “ya hemos terminado, apaga el móvil ya”.
Llega
el momento, y la medalla más valiosa que he ganado en mi vida se la entrego a
mi padre. Porque es el mejor deportista que conozco, porque me inculcó amor por
el deporte, porque me enseñó a nadar, porque a lo largo de su vida lo ha pasado
mal y a pesar de ello ha mantenido a su familia unida. Muchas veces entrenando
pensé en el momento de entregársela. Yo, a los 36 me he hecho mi primer
tatuaje, una medalla de ironman en el lado exterior de mi pantorrilla derecha,
junto al tobillo.
Cuando
cuento la experiencia todos me preguntan lo mismo,
-
Ramiro,
¿repetirás?
-
¡Por
supuesto!, el año que viene otro si nuestra vida nos lo permite (tendré mi
familia)
Ramiro Joaquín
Melendreras Ruiz ESP
Natación:
posición: 212 en general, tiempo: 01:03:22
T1: 06:34
Ciclismo:
posición: 892 en general, tiempo: 06:55:04
T2:06:48
Maratón:
posición: 238 en general, tiempo: 03:42:08
Tiempo final: 11:53:54